lunes, 19 de diciembre de 2016

Locura y amor

Hay libros de poesía que sirven al autor para desprenderse de unos poemas que ha ido componiendo a lo largo de un tiempo, y que este recopila, a manera de antología, libros que, parafraseando al escritor Javier Marías, se escriben sin brújula. Pero los hay concebidos desde el principio con una temática muy concreta, como es el caso del que ahora nos ocupa. Se trata de Camille (1864-1943) de la autora chilena Ana Rosa Bustamante, gracias al patrocinio de Conarte y editado en septiembre de este año por Ediciones Kultrún.

El libro está dedicado a glosar la figura de Camille Claudel, en el sentido musical de la palabra glosa: variación libre sobre un tema. Que el lector que se enfrente a este poemario no vaya a buscar en él una biografía de Camille, sino una serie de acercamientos a su figura, de interpretaciones libres sobre sus estados de ánimo, sus emociones y sentimientos interiorizados.

Camille Claudel era hermana del célebre poeta francés Paul Claudel. Fue una artista libre y apasionada que se dedicó en cuerpo y alma a la escultura y se convirtió en modelo y musa de Auguste Rodin. Su obra fue altamente valorada en los ambientes parisinos. Pro pronto cayó en una serie de crisis nerviosas que la llevaron a un sanatorio y, posteriormente, a un manicomio del que nunca más saldría.

La obra de Bustamante, compuesta por sesenta y un poemas de extensión desigual en versos de métrica libre, contiene momentos encendidos y apagados de la vida apesadumbrada de la escultora. Los poemas son todos de origen onírico, surrealistas y de una fuerza que nos aproxima al mundo tortuoso por el que se desenvolvió la artista: “Vomito polvo./ Un túnel abandonado y su esplendor por los lados, / esa atrevida oscuridad...” Más adelante habla de sus condiciones de trabajo: “Los hilos dorados de mi falda sin cuarto de lujo/ sin sueño ni posesión que lucir en público / ni ceremonia, ...” y de su obra misma afirma: “En ellos quedó mi vida, / sus artimañas, sus cabezas, / y no encuentran una fosa común.”

El amor, por otra parte, encuentra su expresión más desolada en el poema El beso de mármol, donde la autora, mediante la voz de Camille hablando de las sensaciones que esta siente cuando su amante sube la escalera, se va acercando hasta el goce carnal, hasta que ella queda rendida a “tu forma de esculpir el beso en mármol, / y rendir la rosa en la leche.”

En los versos finales la decrepitud de Camille se hace presente en el poema Cabello gris: “Cabello gris / tengo sueño”, o el el titulado En mi encierro: “En mi encierro palpo tu mentón, / lo contemplo en la edad madura de mi bronce / …/ y no sales del abismo aún, donde me tienes,...” Como un testamento de la escultora se puede leer el poema que pone cierre al libro: “Nunca mi bronce al mercader ni al artista / nunca la huella de nuestros cuerpos en la materia moldeados /.../ quién más que yo recordará que nací para siempre, / una mujer entre luces de otra oscuridad, / otro mar en el mar.”

Ana Rosa Bustamante firma un libro hermoso y sentido que encarna, desde su visión poética, el universo anhelado y la triste realidad de una vida artística malograda, como lo fue la de Camille Claudel, una mujer que vivió en la más extrema soledad y que merecía algo más que el abandono y el olvido.


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