lunes, 5 de diciembre de 2016

Arte y vida

El período transcurrido entre el año 146 a. de C. y el asesinato de Julio César en el 44 a.C., en especial los últimos treinta años, marcó el punto álgido de la literatura, la cultura y el arte romanos, según nos cuenta la catedrática Mary Beard en su último libro SPQR. Una historia de la antigua Roma (Crítica, 2016). El poeta Catulo –subraya la historiadora británica– escribía lo que todavía se considera parte de la poesía amorosa más memorable del mundo, dirigida a la esposa de un senador romano cuya identidad, sin duda sabiamente, ocultó bajo el pseudónimo de Lesbia.

El escritor Antonio Priante (Barcelona, 1939) publicó en 1992 Lesbia mía, la historia amorosa de este gran poeta con Clodia, hermana de Publio Clodio Pulcro, el mayor enemigo de Cicerón, una novela histórica en la que el amor, la política y el destino se focalizan alrededor de los devaneos que esta bella mujer, esposa de Quinto Metelo Céler, mantiene con el poeta de Verona y con otros muchos. Se rumoreaba que Terencia, esposa de Cicerón, sospechaba de las relaciones de su marido con la hermana de Clodio. Era, por tanto, una mujer atacada y admirada al mismo tiempo, por ser una promiscua seductora, una intrigante manipuladora y una diosa idolatrada, incluso, por su propio hermano. Para Cicerón era la Medea del Palatino, una astuta definición que asociaba a la apasionada bruja infanticida de la tragedia griega con el lugar de residencia de Clodia en Roma. Catulo le puso el apodo de Lesbia en sus poemas, como camuflaje y en deferencia a la poetisa Safo, natural de la isla de Lesbos. Así comienza uno de sus poemas, que le sirvió al autor barcelonés para poner título a su obra: “Vivamos, Lesbia mía, y amémonos/ sin que nos importen las murmuraciones de los pérfidos viejos.../ Dame mil besos”.

El sello Piel de Zapa reedita, como ya lo hiciera el pasado año con El silencio de Goethe, esta obra de Priante. Pero en esta ocasión, la recuperación de Lesbia mía es un nuevo paso editorial para seguir contando con la presencia de este veterano y curtido novelista y al mismo tiempo darle la visibilidad que le corresponde a la calidad literaria de su novela, algo que andaba relegado, inexplicablemente, por el público en estos momentos.

La trayectoria literaria de Priante muestra su gran interés por figuras relevantes de las letras de todos los tiempos. Esto le lleva a indagar y a documentarse en estudios históricos para dotar a sus novelas de solvencia, no solo en la trama que plantea en cada una de ellas para encausar al lector en la aventura, sino también en la verosimilitud indispensable que ha de tener la novela histórica.

Lesbia mía reúne estas dos condiciones. Estamos ante una historia de amor y desamor, de intrigas políticas bajo la apuesta estilística de un hombre de letras que propone una nueva poesía amorosa. Lo que aquí se cuenta va más allá de lo personal y de los sentimientos de un poeta, porque lo que trasciende en el comportamiento de sus protagonistas tiene un reflejo claro en la vida social y política que condiciona la existencia y el destino de todos ellos.

Tomás Alcoverro, prologuista de esta nueva edición, destaca que Antonio Priante “ha hecho de la ficción del mito la realidad intemporal que se reitera en la historia”. Su libro, por tanto, transcurre en ese contexto, concretamente en la Roma de mediados del siglo I a.C. El autor propone una recreación de aquella época clásica a través de un género literario muy intimista, como corresponde al epistolar, sin caer en el sentimentalismo ni en la pedantería académica. La idea de Priante consiste en fundir una historia de amor, dentro del contexto político de la época, con el ideal poético de Catulo: la poesía no es más que la esencia de la vida.

La novela arranca con una carta de Catulo a su amigo Manlio Torcuato, cónsul romano, en la que le cuenta sus planes de retrasar su viaje a Roma debido a que ha conocido a una mujer de la que ha quedado prendado. La relación de los amantes se irá complicando. El tiempo transcurre y las vicisitudes de un amor imposible tampoco anda ajeno al trajín político por el que atraviesan otros personajes cercanos a ambos, como César, Cicerón, Catón o Clodio. Todos ellos intervienen en distintos pasajes alrededor de este apasionado idilio, pero tampoco escapan a sus intereses políticos y, al mismo tiempo, al hostigamiento entre ellos. Mientras Catulo sopesa su triste situación amorosa, al no ser correspondido en exclusividad por una mujer tan desmedida e infiel, la situación de Roma sigue su curso vertiginoso. Clodio asciende en política y propone leyes abusivas para el pueblo. Cicerón le hará frente. Son años críticos. La República se tambalea. La insidia, el contubernio y la venganza son monedas de cambio entre los políticos. César, por su parte, tendrá que sortear las traiciones hasta el límite de su fatal destino...

Lesbia mía es una pieza hermosa, intensa y reflexiva, con un tono confidencial de corte clásico, bien urdida, gracias a los diálogos y a las cartas que intercambian los diferentes personajes a lo largo de sus páginas. Priante rescata una época convulsa y excitante para el alma del poeta Catulo, un ser entregado al arte y maltratado por el destino. En este hombre apasionado, como se dice al final del libro, por boca de su amigo Cinna, “ha ganado el arte y ha perdido la vida”: un binomio mortal de necesidad.


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