lunes, 4 de julio de 2016

De vita beata

La rapidez es un requisito indispensable para que las cosas sucedan al momento. En estos tiempos la paciencia parece ser que ha pasado a la historia. Podemos soportar muchos tropiezos, errores, contradicciones, pero en ningún caso estamos dispuestos a esperar. La velocidad forma parte de nuestro modo de ocupar la realidad en esta era, y la literatura no se salva tampoco de esta coyuntura repentina.

Mantener una postura clásica ante la vida y expresarla en una obra literaria es tarea difícil en el mundo de las prisas que nos ha tocado vivir. Hoy importa mucho dar a una obra la impronta de la novedad por encima de su perfección y reposo. Prima lo frívolo y ligero más allá de la profundidad y el sosiego. Interesa más la cantidad y la sorpresa que la calidad. ¡En cuántas páginas de un libro nos perdemos sin encontrarle un sentido a lo que nos están diciendo! Y no es que seamos tan distraídos que no lo veamos, es mucho más sencillo: nos encontramos ante la fugacidad de una época en la que todo debe transcurrir en el menor plazo posible; nos hallamos ante el rey desnudo del cuento.

Todo esto viene a cuento después de haber leído el libro Pasión y paisaje. Poesía reunida (1974-2016) de Jacobo Cortines (Lebrija, 1946) editado por la Fundación José Manuel Lara en su colección Vandalia. Y es que su autor nos llega con toda una tradición poética debajo del brazo, desde Horacio a Petrarca, pasando por Fray Luis, Bécquer, Leopardi, Juan Ramón y Antonio Machado, hasta compartir muchos aspectos de sus poemas con sus contemporáneos Brines y Corredor-Matheos.

Pasión y paisaje es un libro que recopila toda la trayectoria poética de su autor: seis libros de poemas, con textos tan capitales como Carta de junio y otros poemas, Consolaciones y Nombre entre nombres, más la inclusión de un poemario inédito bajo el título de Días y trabajos. En este estupendo volumen, el lector se va a encontrar al principio con un prólogo ilustrativo y minucioso sobre la tendencia y trayectoria de su poesía, y al final con una sorprendente adenda que recoge las huellas de la creación de sus versos, un dietario en el que el autor nos va dejando unas anotaciones útiles para tener una idea de cómo y de dónde se gestaron algunos de sus poemas y de los retoques que experimentaron muchos de ellos antes de llegar a nuestras manos. Esta adenda, además, está escrita con una prosa pulcra y medida, a la que ya nos tenía acostumbrados con aquel libro de memorias Este sol de la infancia (1946-1956) que publicara Pre-Textos en 2002.

Los temas abordados por Jacobo Cortines en sus poemas son variados: recuerdos, paisajes, amores, el hogar, el hombre, la muerte, el paso del tiempo... Pero para el poeta andaluz no hay nada más importante en su poesía como la presencia concreta de lo absoluto a través de la proximidad del paisaje como realidad, una dualidad que encarna al sujeto y a la trascendencia de la naturaleza en ese sentido de pertenencia del mundo que le rodea, hasta convertirse en lenguaje y símbolo de la expresión poética y de la vida. A esto se añade también algún que otro poema estremecedor, como el titulado Europa, en el que vemos a una joven bosnia colgada de un árbol, símbolo del fracaso de toda una civilización ante la barbarie que origina la guerra y el odio étnico. También es destacable y conmovedor el poema Carta de junio, una larga epístola consoladora dirigida a su padre. En los poemas de su Vita beata llama la atención la forma de enfocar la vida retirada en la que el sujeto biográfico y vital se aúnan para expresar su propia subjetividad a través del paisaje, como el que abre la serie, con el mismo título: “El sueño de un jardín/ sin árbol de la ciencia/ sin normas ni serpientes,/ sin crueles expulsiones”.

Leer a Jacobo Cortines es, como se ha venido diciendo, leer a un clásico en textos de una belleza y de una coherencia admirables, que nada tiene que ver con leer algo que ya pasó de moda, que se detiene en el pasado histórico y que pesa en las manos, sino muy al contrario, como leer a un autor que sobrevuela todo el saber de una tradición, que escribe con la serenidad y con la maestría de los clásicos y con su paciencia, pero que trata de asuntos que nos atañen y que nos ayudan a vislumbrar un camino para encajar mejor los conflictos y los sentimientos que apuran nuestra existencia, una aspiración de toda la sabiduría que llamamos clásica.

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