jueves, 23 de octubre de 2014

Un lector agradecido


Me enteré de la existencia del escritor Avelino Fierro (Chozas de Arriba, León, 1956) gracias a un encendido artículo de Félix de Azúa, publicado en El País a principios de este mes, en el que el autor de Autobiografía de papel (Mondadori, 2013) destaca la pasión literaria de este fiscal de menores que acaba de publicar un libro de diarios bajo el título Una habitación en Europa (Eolas, 2014), un género por el que profeso una debilidad recóndita.

Para un magistrado como Fierro la buena literatura no apela a nuestro poder de juzgar, sino a nuestra capacidad de ponernos en el lugar de otros. Le gusta decir que Una habitación en Europa es en verdad un diario de un lector agradecido y sentencia (como haría en su profesión) con lo que sigue: Leo con lápiz para sacarle más punta a lo que leo. Y escribo porque leo.

Una habitación en Europa es un cajón literario que contiene pequeños microrrelatos, breves ensayos, cartas, conferencias, notas de viajes e improntas poéticas pero, mayormente, anotaciones personales. Estos fragmentos, enmarcados entre el 2010 y 2012, conforman en su conjunto un diario reflexivo de un lector consumado que apuesta por la felicidad de leer insistentemente, sobre todo, poesía, como le gustaba apostillar a Bradbury: “Lea usted poesía todos los días. La poesía es buena porque ejercita músculos que se usan poco. Expande los sentidos y los mantiene en condiciones óptimas”.

El lector que se acerque a estos sutiles y tersos fragmentos de Avelino Fierro encontrará en ellos proyecciones por los paisajes de la región leonesa y ciudades centroeuropeas, muchas citas y fervores por escritores de la talla de Zweig, Auden, Borges, Brodsky, Pla o Gil de Biedma, un extenso catálogo por donde transita su alma poética que da sentido a su escritura y por donde su voz se muda conforme a sus experiencias vividas. En realidad hay una búsqueda propia del lector de diarios indagando en el alma del diarista, como en cierto modo aspira el escritor, trasladando a su confidente, el lector, lo que realmente hay en sus anotaciones: la vida de un hombre que, en parte, ha renunciado a media vida, por atención al lector, con el que va a emprender un camino para recuperar esa otra media restante para él y acaso, también, para su lector.

Una habitación en Europa es una incursión en el mundo literario de Fierro, un lector avezado al que le gusta enhebrar citas por medio de una prosa ajustada y transparente sustentada en la reflexión; un libro delicado, hermoso y lleno de hondura que le aproxima a grandes escritores españoles diaristas como Pla, Ruano, Trapiello o Azúa. Si en todo diario hay un proyecto de literatura tenemos que pensar que, este tardío escritor leonés y excelente continuador de esta senda de la escritura del yo, tiene entregas próximas que hacernos.

En cualquier género, la literatura viene a confirmar lo que el Nobel turco Orhan Pamuk dejó dicho cuando recibió su galardón: “La literatura es la experiencia más valiosa que el ser humano ha creado para comprenderse a sí mismo” y ésto, Avelino Fierro, un lector agradecido, como a él le gusta definirse, lo deja patente con su testimonio literario en esta obra lúcida y entretenida que no defraudará a los entusiastas de este género intimista.


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