lunes, 6 de octubre de 2014

En un mundo ajeno


En estos días la prensa se hace eco de la celebración del Festival de la Risa de Bilbao. Llama la atención que Carrère y Echenoz, dos de los narradores franceses más trágicos y relevantes de las letras del país vecino, poco afines a la literatura humorística, figuren en el programa de los organizadores de este evento. Emmanuel Carrère opina que la risa puede torturar a la literatura y Jean Echenoz se desmarca y afirma que jamás ha soltado una carcajada por alguna ocurrencia suya en el escritorio. Ambos creadores se encuentran en las antipodas de este menester y, según los cronistas, se mostraron esquivos al asunto, más si cabe por parte del autor de Relámpagos (Anagrama, 2012). Echenoz, fiel a su estilo, desmitificó además la bohemia y los cafés tertulianos, mostrándose más proclive a buscar la risa de los clásicos, como Flaubert, Proust o el propio Dickens.

Lo último aparecido en las novedades de las librerías de Jean Echenoz (Orange, Francia, 1947) viene a confirmar el estilo propio del escritor galo, tan alejado del humor como obstinado en su apego a las historias dramáticas. Un año (Edit. Mardulce, 2014) es una novela escrita en 1997 y que permanecía inédita donde se cuenta la huída de una joven sobresaltada por la repentina muerte de un amigo en su propia cama. Echenoz es un escritor avezado en la narración condensada, capaz, en menos de ochenta páginas, de dar pábulo a cualquier asunto ético que surja en el transcurso de la trama, como en este caso le ocurre a la protagonista de esta historia, Victoire. Todo sucede vertiginosamente, en armonía con el estilo del escritor francés que es un maestro en la continuidad concisa y en el ritmo narrativo exento de digresión. Echenoz pone énfasis en los tiempos gramaticales. Cada tiempo lleva su velocidad propia, como el vehículo que arranca, acelera y frena. La sintaxis verbal forma parte fundamental de la manera de entender el pulso narrativo de su novela.

En Un año, el escritor provenzano irrumpe en la narración con la estampida de la protagonista que huye de París desquiciada, sin indagar cómo sucedió la tragedia para evitar las pesquisas de la policía. Se dirige al banco, saca todo el dinero disponible y toma un taxi en dirección a la estación de Montparnasse. Victoire no se da tregua y toma el primer tren que la conducirá a un lugar que comprometerá su existencia, el dinero se esfuma y aparece el infortunio hasta degradar su existencia, arrastrándola a la inmundicia de la pobreza extrema. Al cabo de un año, la joven regresa curtida, sin melancolía, ni rastros de miedo, sólo con un cuerpo lacerado que todavía tendrá que superar el desenlace sorprendente e inesperado que le aguarda.

Jean Echenoz tiene claramente marcado su perfil creativo, coherente con la visión de la literatura que él concibe y, en esta nouvelle, denota la vigencia de su apuesta narrativa para abordar con precisión obsesiva la trama de una existencia perturbada que deriva en un mundo ajeno.

Un año es todo un ejercicio literario contundente y conciso que no deja indiferente al lector y, mucho menos, a los que nos consideramos acólitos de la obra de este extraordinario escritor de miniaturas literarias. Lo celebro.

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