miércoles, 2 de octubre de 2013

Constelación microscópica


La vuelta a las distancias cortas de Juan Jacinto Muñoz Rengel (Málaga, 1974), con su nueva colección de cuentos, es todo un acontecimiento literario para los amantes del género breve. El escritor andaluz experimenta con el microrrelato para dar a conocer un mundo imaginario, plagado de fantasía, que requiere la complicidad interactiva del lector. Un título extensísimo, que es un párrafo y que supera de largo a algunos de los microrrelatos que aguardan el interior de sus páginas.

Con El libro de los pequeños milagros (Páginas de Espuma, 2013), Muñoz Rengel logra vaciar todo su universo imaginario narrando toda su fantasía soñada y pensada de una manera unitaria. Tiene una estructura bien definida: una primera parte denominada Urbi, una segunda, titulada Orbe y, por último, una tercera parte llamada Extramundi, que de alguna manera reproducen el juego de las pequeñas historias que contiene el libro. Los micros englobados en Urbi hacen acopio de la actualidad urbana, con una mirada de extrañamiento y perplejidad, e incluso crítica social, hasta aterrizar en el absurdo. En Orbe el contenido es referido al mundo global, y aquí los microrrelatos recrean la historia mundial, las religiones y la ciencia. Por último en Extramundi, Muñoz Rengel da un paso al espacio exterior para introducirse en la ciencia ficción y soñar, sin ningún tipo de límites, con hipótesis sobre el más allá y criaturas alienígenas.

El libro de los pequeños milagros es un libro de nuestro tiempo, de la crisis, de las cuestionadas nuevas tecnologías, de las sinrazones históricas y de las aberraciones religiosas. Un libro que insiste en la impostura del hombre moderno que no se atreve a abrir los ojos a la verdadera realidad. 100 microhistorias desbordantes de ideas, de imágenes ocultas, metáforas sin muro desperdigadas por las ciudades, por el mundo y por el firmamento.



Juan Jacinto ha escrito su primer libro de microrrelatos en estado de gracia y eso que ésta es una vertiente donde el escritor asume mucho riesgo con el lector, pero que parece no importarle por el derroche de libertad creativa y destructiva que ofrece este subgénero.

 El lector que sea capaz de conectar con el mundo imaginario de Muñoz Rengel disfrutará con el juego propuesto y no pondrá reparos a las paradojas y extrañamientos que se va a encontrar en estas milagrosas historias mínimas. 

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