domingo, 29 de septiembre de 2013

Una miniatura estremecedora


Tras Ravel, Correr y Relámpagos, una serie espléndida de novelas breves sobre las vidas de un músico extremadamente misterioso, de un atleta mítico y de un ingeniero deslumbrante, Jean Echenoz (Orange, 1947) nos presenta su nueva epifanía: 14, otra miniatura literaria magistral.

En menos de cien páginas, el talento de Echenoz vuelve a cautivar a sus incondicionales. Su escritura, precisa y meticulosa, solo necesita quince capítulos concisos y el guarismo del título, como sorpresa, para atraparnos en una historia estremecedora. Cinco hombres se van al frente, una mujer espera el regreso de dos de ellos. Falta conocer cuándo regresarán y en qué estado. El tiempo narrativo coincide con el hecho histórico de la Gran Guerra de 1914, cuyo centenario se conmemorará dentro de unos meses. El asesinato en Sarajevo de Francisco Fernando fue la excusa para que el viejo y decadente Habsburgo, Francisco José, decretara una guerra mundial que traería consecuencias desastrosas para la vieja Europa.


Echenoz traza una minúscula joya narrativa, repleta de lirismo, entre la pólvora y la muerte, sobre una contienda estúpida y trágica. En 14 vemos a soldados  rodeados de balas y bayonetas, que se mueven por el laberinto de las trincheras, sorteando piojos y miserias, esquivando la muerte. La novela 14, editada por Anagrama, es una crónica llena de pequeños detalles sobre la rutina de la época, elaborada de manera meticulosa, con el oficio de un artesano que esculpe y pulimenta su obra. Echenoz evita utilizar sentencias que resulten grandilocuentes. Al autor de Al piano le interesa más contar con pocas pretensiones, pero con el recurso necesario de la tensión narrativa, sin caer en la digresión y otros artificios. Esta micronovela es un paradigma literario magnífico de lo que significó para millones de europeos el sinsentido de una guerra, decretada por la paranoia de un patético emperador para vengar el asesinato de su sobrino. 14 es una tragedia coral, desde el inicio, que arranca con la movilización al frente de los habitantes del pequeño pueblo de la región francesa de la Vendeé, hasta el desenlace conmovedor del nacimiento del hijo de Anthime tras el desastre. Echenoz se abstiene de usar proclamas y alegatos antibelicistas, porque a él lo que le interesa es poner voz a sus personajes, y lo logra de un modo eficaz y elegante, gracias a su prosa impecable, minimalista y virtuosa, sin esquivar las recreaciones escabrosas del espanto de la guerra.


14 es un libro escrito con precisión y medida, sin más artificio que la concisión y la elipsis, con pasajes luminosos y estampas líricas repletas de significados, que viene a demostrar que en la literatura es posible el milagro: cómo muchos textos monográficos, extensos y eruditos son arrasados por la luminosidad de otros, más emotivos, bellos y mínimos.



jueves, 26 de septiembre de 2013

Relatos de la guerra sin peroratas


Se van a cumplir próximamente veinte años de la publicación de un libro esencial de la historia de literatura contemporánea española, gracias a la pluma del gran escritor Andrés Trapiello. Debo mucho a Las armas y las letras, un ensayo cuidadosamente documentado y entretenido, entre los límites del 18 de julio de 1936 y el 1 de abril de 1939, que trata de la literatura que se escribió durante esos tres años de guerra. Trapiello descubre a autores extraordinarios, olvidados e, incluso, denostados, como: Bergamín, Max Aub, Pedro Luis de Gálvez o Manuel Chaves Nogales. Escritores, casi desconocidos, que despertaron gran interés en mí, merced al despliegue crítico que el escritor leonés expuso en su libro sobre los aciertos literarios de las obras de estos.


Manuel Chaves Nogales (Sevilla, 1897 – Londres, 1944) escribió en Francia, entre 1936 y 1937 A Sangre y Fuego, un libro de relatos sobre la guerra civil española que se publicó por primera vez en Chile en 1937. Una publicación de la que no se tenían noticias y que Abelardo Linares, poeta y librero de viejo, localizó en uno de sus viajes a América. Fue una conmoción, un hallazgo necesario, de otra naturaleza. Hasta entonces nadie había escrito con semejante coraje sobre la guerra civil. Chaves Nogales nos muestra en esta colección de relatos su inteligencia preclara y coherencia intelectual, que eleva aún más su escritura, obsequiando al lector con un prólogo magistral, de valor incalculable, sobrado de talento e integridad. El motivo del olvido del escritor andaluz era evidente: no tenía un bando que lo reivindicara. Fue un tipo íntegro hasta para eso. Dice Trapiello que “A sangre y Fuego es excepcional, tal vez, de cuantos haya leído uno sobre la guerra española, el más sorprendente de todos. El título le echaría a uno para atrás. El subtítulo es aún más imposible: “Héroes, bestias y mártires de España”. Pero cuánta belleza, cuánta verdad en esas páginas. Son historias, novelas cortas sobre la guerra y la revolución escritas y publicadas en el mismo año 37 con una libertad que es infrecuente encontrar en uno o en otro bando.

A sangre y Fuego es una insólita y original reflexión sobre la crueldad, la estupidez y la masacre que se estaba fraguando entre los contendientes de ambos bandos. Chaves Nogales tiene el mérito de relatar desde la mirada imparcial de un cronista, pero con la pluma bella de un literato, lo que estaba ocurriendo en España. Once historias inmersas en la tragedia de la guerra: terratenientes andaluces que van a la guerra a caballo, mercenarios marroquíes, asesinos rojos y falangistas que se toman la justicia por su mano, traidores en la retaguardia... En estos relatos hay muerte, dolor, terror e injusticia, pero también heroísmo. El autor de la magnífica biografía de Juan Belmonte critica con igual dureza a unos y a otros, a los reaccionarios y a los revolucionarios, porque además estos sucesos fueron conocidos y vividos directamente por él. Cada uno de ellos extraído de un hecho verídico y cada uno de los protagonistas tiene una existencia real. No hay en ellos juicios de valor, ni peroratas. Chaves Nogales solo se muestra con una visión clara, como notario que asiste atónito al infierno, pero eso sí, con la magia de la literatura. Andrés Trapiello en el soberbio prólogo de esta edición lo resume de esta manera brillante: “todo en estos relatos es inesperado”.

Manuel Chaves Nogales

Si la guerra civil española se ha convertido en las últimas décadas en casi un subgénero narrativo en la literatura contemporánea de nuestro país, no cabe dudas que A sangre y fuego es uno de los referentes inequívocos en este terreno, y lo es gracias a la actitud del propio Chaves Nogales que muestra el lado humano del conflicto, desde el sufrimiento y el desgarro, antes que desde el enfoque propagandístico y político. Y lo es también gracias a la aptitud literaria del sevillano: agilidad afilada del cronista y belleza del escritor grande que fue.

A sangre y fuego es un libro que hay que leer. Una obra imprescindible, que combate atinadamente, desde la imparcialidad, el mayor pecado del ser humano: la estupidez. Un libro impresionante, valiente, triste y resignado a la vez, destinado a mostrar la barbarie e irracionalidad de la guerra. Chaves Nogales pagaría con el olvido su osadía.


lunes, 23 de septiembre de 2013

Aroma costumbrista


La nueva novela de Manuel Longares (Madrid, 1943), Los ingenuos, editada en Galaxia Gutenberg, guarda un cierto parentesco con Romanticismo. En buena parte coincide con ella y, además, contempla la vida de sus personajes, a los que inserta con habilidad en los procesos históricos que les sobrevienen. 

Los ingenuos narra las vicisitudes de una familia menesterosa que se desenvuelve en una lúgubre finca de portería en la calle Infantas, en los alrededores de la Gran Vía. Todo transcurre en tres momentos distanciados en el tiempo. El primero encajado en la posguerra de los años cuarenta. El segundo se encasilla en la década del despegue económico, los años sesenta y, finalmente, el último, fechado en Noviembre de 1975, días previos a la muerte del dictador. Con estas mimbres históricas, Manuel Longares relata con un inconfundible realismo una crónica urbana, repleta de fanatismo, privaciones y tinglados turbios. Un documental al que no le falta excentricidad y el disparate. Longares construye un artificio teatral en tres actos, donde la farsa de unas pobres gentes muestra su interés por socavar al viejo régimen. Una oposición modesta que también tiene su voz histórica, provenga del conspirador Cárdenas, como de cualquier otro del reparto del Madrid obrero, hecho de inmigrantes que llegan en tren de todos los lugares de la península, como los maños de la calle Infantas, que vienen de Zaragoza, con una maleta de madera o cartón y una talla de la Pilarica, para contarnos sus pesadumbres, sus quimeras laborales y anhelos inalcanzables.

Longares rinde culto a esa galería de gente corriente que resiste y que lucha a su manera por alcanzar mejores metas a sus desastrosas vidas; unos personajes anclados en los aledaños humildes y putañeros de la Gran Vía, envueltos en una ingenuidad que los pone en conflicto, pero, por otro lado, los mantiene en pie; una posguerra interminable, controlada por curas, militares y estraperlistas, donde Gregorio Herrero quiere hacerse rico escribiendo guiones patrióticos para el cine, y Goyo, el hijo, postulante galán de las pantallas veinte años después, aspira al triunfo, aunque sea la sufrida Modesta Sánchez, esposa y madre de ambos, quien resuma lúcidamente el sentir de todos con su desalentadora frase que cierra el libro: “Mañana, igual que ayer”.


Los ingenuos es una fábula de aroma costumbrista, cargada de referentes sentimentales y tierna a la vez, con una riqueza excepcional en el uso del un lenguaje popular y que, además, tiene un fuerte sentido del ritmo narrativo. A La novela de Manuel Longares no le falta humor, ni mirada crítica a una época de la dictadura que todavía precisa la redención de su memoria histórica y que el propio autor sugiere con sutileza en el desenlace final del libro.

jueves, 19 de septiembre de 2013

Relatos de violencia de género


Círculo de Lectores cuenta ya con cincuenta y dos años de historia. Tiene su mérito, no solo por su continuidad como club de referencia en el mundo del libro y la cultura, sino también por ser un reconocido sello editorial. Mis intermitencias como socio no me han impedido seguir de cerca sus novedades, y desde que lanzaron en 1995 Galaxia Gutenberg, el segundo sello editorial, muchos libros del catálogo de autores internacionales, incorporados por esta elegante firma, han ido ocupando notoriedad en mi biblioteca particular.

El último pedido que me entregó la semana pasada mi agente del Círculo ha supuesto para mí una gran sorpresa. Nada conocía hasta el momento de Dacia Maraini (Florencia, 1936), ni sabía de su relación sentimental con uno de los grandes escritores italianos del momento, Alberto Moravia. Su dedicación posterior al teatro hizo crecer más la internacionalidad de su obra, y, según afirma la crítica, Maraini es actualmente la más conocida de las escritoras italianas y la más traducida en el mundo. Solo me animé por el título tan sugerente del libro y por el tema narrativo que prometía su recompensa. De manera que este encuentro con la florentina por medio de su libro Amor robado, editado en 2013 por Galaxia Gutenberg ha sido todo un hallazgo lleno de buena literatura.

Los ocho relatos de Amor robado son narraciones sobrecogedoras protagonizadas por mujeres sometidas a violencia de género; mujeres bajo el férreo control psicológico de sus parejas, malos tratos, vejaciones, asesinatos o secuestros obsesivos... Todos los relatos son espeluznantes y propinan duros latigazos al corazón del lector. Una panoplia de historias aisladas que contienen una veracidad espantosa, escritas con frescura y dinamismo, pero, lo mejor, lo pone Maraini, gracias a su tono literario, al presentarnos cada historia con la distancia necesaria para mostrarse neutral y dejar que el lector juzgue por sí mismo. Los personajes femeninos que aparecen en los relatos son mujeres confiadas y víctimas pasivas que reciben los golpes con estoicismo, mujeres fuertes que luchan y que casi siempre pierden, pero que no se rinden y resisten al miedo. Frente a ellas, sus compañeros, amantes o maridos, se alzan, y confunden la pasión con la posesión, hasta considerar que las doblegan.

En todos los relatos que componen Amor robado encontramos dudas y sospechas en el comportamiento del hombre, hasta el punto de indignar la conciencia del lector. Así en Marina se ha caído por las escaleras, una mujer recién casada se niega a denunciar a su marido que la golpea y humilla a diario; en Crónica de una violación colectiva, Francesca, con apenas trece años, es atacada y violada por cuatro compañeros de colegio que serán absueltos por una justicia laxa, y perdonados por la ceguera de la opinión pública; en el relato de Ale y el niño no nato, la orgullosa Alexandra decide mantener su dignidad y renuncia a traer al mundo un hijo fruto de una violación. La esposa secreta y Anna y el Moro son los episodios más sobrecogedores y espeluznantes por la perversidad y monstruosidad del primero y la brutalidad y crueldad del último.



La escritura de Dacia Maraini viene de la indignación clara contra la injusticia del sometimiento de la mujer al hombre, y está llena de valentía y oficio narrativo. Amor robado describe un mundo de víctimas calladas, valiéndose de unos relatos cortos y ágiles, donde la verosimilitud se identifica con la cruda realidad que leemos en las noticias de la prensa diaria. Es un libro-denuncia que debe servir para rearmarse de moral y valor ante la injusticia que ha significado a lo largo de la historia el machismo impune.

martes, 17 de septiembre de 2013

La conciencia del abismo


Son muchas las razones que justifican el éxito de Nada se opone a la noche para que se convirtiera en la novela más galardonada en Francia en 2011, con cinco premios, y en la más vendida. El pasado año, Anagrama se apuntó un merecido tanto con la publicación de esta desgarradora novela-testimonio de Delphine de Vigan (Boulogne-Billancourt, 1966). De Vigan reinterpreta a su familia, no solo contando su historia, sino que el mismo libro se convierte en un auténtico espejo donde se refleja el alma emocional de su familia. De Vigan ahonda en ese dolor profundo y rastrea en el mismo para desatar los secretos estremecedores de su linaje. Ahora, el sello que dirige Jorge Herralde acierta de nuevo con la edición de la primera novela de Delphine de Vigan, publicada anteriormente en el país vecino.

Días sin hambre es también una novela autobiográfica, escrita bajo el pseudónimo de Lou Delvig, por razones familiares, que relata el ingreso hospitalario de una joven que sufre anorexia: el frío instalado en su piel, la alimentación por sonda, el descubrimiento de otros pacientes y un episodio desgarrador protagonizado por la madre que había bebido bastante cerveza hasta orinarse encima, configuran el inicio del diario que Laure va escribiendo como paciente, sin analizar, solo exponiendo el tratamiento, y ahí radica su fuerza narrativa, merced a la sinceridad conmovedora de la narradora. Días sin hambre describe con claridad y con sensibilidad los impulsos mentales que azuzan a la joven Laure a pensar que su enfermedad no es más que un triunfo de su vida: “Laure se miró en el espejo del cuarto de baño, no vio nada, ni la muerte en su rostro, ni sus hombros puntiagudos como picos helados. Había dejado de verse. Se había vuelto inaccesible al miedo y a la rebeldía. Se sentía bien. Mucho más ligera. No quería morirse, solo desaparecer. Esfumarse. Disolverse” (pág. 53). “Es la historia de un pez sin escamas, de una tortuga sin caparazón, de una princesa de pacotilla que no podía renunciar a su dolor”,(pág. 92). De Vigan nos presenta un relato desde la conciencia propia del abismo, desde el límite de lo posible: una joven de diecinueve años, de treinta y seis kilos y un metro setenta y cinco de estatura. Sin embargo, es una historia concebida para el renacimiento desesperado hacia la vida, desde la sombra esquelética de un cuerpo vapuleado. Una historia que esconde una ternura solapada, una confesión sobria y esperanzada que llega a decirnos que desde el infierno también hay salida, a pesar del peso abrumador de cargar con un alma apaleada.

La novela se lee de un tirón gracias a la vigorosa y lacónica narración, no exenta de angustiosos pasajes, pero muy certera al analizar que el origen de la enfermedad hay que buscarlo en el seno de la familia. En literatura hay dos razones indiscutibles: solo llega al corazón del lector lo que sale del corazón del que escribe, y depende del tono de su escritura. La historia es importante, pero si no se acierta en el tono, el asunto se tambalea. Dias sin hambre logra con éxito estas premisas narrativas gracias a su estilo sencillo y directo, carente de artificios e intencionadamente escueto.



Delphine de Vigan nos regala una buena novela, un extraordinario testimonio que merece la pena leerse, no solo por el tema tratado, sino, principalmente, por la escritura sobria que va en concordancia con la exigencia de la propia historia.

jueves, 12 de septiembre de 2013

El backstage del escritor


De Pepa Roma (La Sentiu, Girona, 1955) conocía hasta ahora sus colaboraciones en El País y también sus incursiones como profesional en telediarios y su participación en Informe Semanal, tareas que quedan lejos. Sin embargo, en el campo de la literatura solo tenía constancia de sus publicaciones por referencias puntuales de la prensa. A veces ocurre que el azar te lleva al encuentro de algún escritor nuevo para ti. Y este es el caso referido. Hace unos días, un amigo incorporó en Facebook la recomendación del libro La trastienda del escritor, de Pepa Roma, publicado en 2003 por Espasa que, no solo el título, sino también la ilustración impactante de la portada, me llamaron la atención sobremanera, hasta el punto de salir de casa a buscar un ejemplar.

La trastienda del escritor es un ensayo que se adentra en el despacho de los grandes escritores de todas las épocas para curiosear sobre cómo hacen frente a sus dificultades en la tarea de escribir, o cómo evolucionan en sus planteamientos a lo largo de su carrera literaria. Afirma Pepa Roma en el prólogo que lo que la movió a escribir este libro fue: “indagar en la cocina e interioridades del mundo literario, y en general, penetrar en las complejas relaciones entre vida y literatura”. Y en los siguiente párrafos afirma que: “el libro no pretende ofrecer un panorama histórico, ni tampoco crítico del oficio de escribir... ni tampoco ser un manual propiamente dicho para aprender a escribir... pero sí hurgar, indagar, recoger todos los indicios que podemos obtener de cuanto forma parte de su trabajo”. 

Pepa Roma, periodista y escritora, une sus dos profesiones en este ensayo para hacer un viaje al interior del mundo de los creadores literarios desde diferentes ángulos y ópticas, recogiendo opiniones de escritores vivos y muertos, tratando de encontrar respuestas a lo que más nos preguntamos los lectores interesados en penetrar en los secretos y trastienda de nuestros escritores preferidos. Son más de trescientas cincuenta páginas el compendio de este volumen ensayístico, dividido en ocho extensos capítulos con títulos tan sugerentes como misteriosos: La propia vida en la propia obra, En el sanctasanctórum del creador o La euforia creadora, para incidir en el miedo a publicar, el miedo a la página en blanco, el parón creativo o el autor en busca de su público, en donde la escritora catalana se vuelca, no a describir técnicas narrativas, sino a investigar sobre las particularidades y rarezas de una extensa fauna literaria. Roma utiliza sus dotes periodísticas y acude a entrevistar a decenas de escritores actuales, como Saramago, Juan José Millás o Almudena Grandes y, además, rastrea el testimonio sellado que otros grandes de la literatura universal dejaron sobre el proceso creativo de la escritura.

La trastienda del escritor descubre muchas curiosidades y sugerentes opiniones desveladas por grandes nombres de las letras; un texto destinado a los que sueñan con dedicarse a la literatura, de hecho es un libro de referencia en talleres de escritura. Para mí ha supuesto una apertura de visión a la hora de interpretar el maravilloso y complicado oficio de escribir, porque la materia prima con la que trabaja el escritor, el lenguaje, es común a todos los individuos, y su actividad, contar, es la más habitual del hombre y la más variopinta y singular.


Pepa Roma ha escrito un texto didáctico y entretenido desde el backstage del escritor, muy recomendable para lectores curiosos que aspiren a dedicarse a la escritura. La trastienda del escritor es un texto frondoso que resume las luces y sombras del arte de escribir, un ameno ensayo sobre lo que representa el oficio de escritor, que cuenta las experiencias de un amplio elenco de escritores conocidos, cómo fueron sus inicios y cómo transcurre el día a día de su escritura, cómo nace el impulso de escribir, sus obsesiones y manías.


lunes, 9 de septiembre de 2013

Un barril de dinamita

Hacía tiempo que no leía nada de mi paisano y amigo Juan Bonilla (Jerez de la Frontera, 1966), al que conocí hace ya más de veinte años, gracias a encuentros frecuentes en la librería Alternativa, lamentablemente desaparecida, donde merodeábamos entre los estantes de libros. La última vez que coincidimos, yo andaba enfrascado en los escritos de Paul Auster, mientras él hacía acopio de la obra periodística de Garcia Márquez. Recuerdo con añoranza su primer libro Veinticinco años de éxito, un texto que me autografió calificándolo de “irreverencias juveniles”, al igual que me viene a la memoria El que apaga la luz, un libro lleno de obsesiones y personajes atormentados, pero a la vez, emotivo y optimista. Recientemente, mi amiga Versusara, seguidora incansable de este blog, me dejó la última novela de Bonilla, cuyo título, Prohibido entrar sin pantalones, me pareció gamberro y provocador, al igual que la portada fotográfica del personaje de cabeza rapada y mirada de cosaco furioso.

Prohibido entrar sin pantalones, editado por Seix Barral, es un libro con un arranque contundente: “Maiakovski tenía dieciocho años, dieciséis dientes podridos, dos hermanas y un solo lector. Escribía poesía lírica pero roncaba como un poeta épico...”. Una biografía novelada, sátira, ensayo, pero, sobre todo, un homenaje apasionado a Maiakovski, una figura irreverente pero avasalladora y luminosamente contradictoria, escrita en casi cuatrocientas páginas, bien documentada y que encierra una historia de la poesía de la Rusia finisecular desde los zares hasta Stalin. Es en este período donde surgen los futuristas, los simbolistas y los acmeístas. Hay también una lectura biografiada del protagonista: sus viajes, sus amigos y las relaciones ardorosas con sus amantes. El desarrollo de la novela está estructurado en cincuenta capítulos, sin numerar, pero todos titulados, en los que se recrea, mediante una cronología lineal, la biografía poética, amorosa y política de Vladimir Maiakovski, desde los inicios como poeta vanguardista y su lucha por el futurismo en Rusia, hasta alcanzar la cima como poeta nacional, encumbrado por la revolución bolchevique, y su caída en desgracia, a manos de los nuevos dirigentes estalinistas que le acusaron de elitista disfrazado de obrero. La vida del poeta y sus efusivos amoríos son dos ingredientes continuos que fluyen en la narración. Esto y los lugares emblemáticos de la cultura del siglo XX, como San Petersburgo, Moscú, Berlín, París y Nueva York, reflejados en varios episodios, suman y acrecientan el interés de este libro, en el que se debate la relación entre literatura y poder. Destacan estos vaivenes viajeros y la importancia duradera del triángulo amoroso que sostiene el poeta con Lilly y Ósip Brik, este último, admirador y devoto de la poesía de Maiakovski, y abnegado esposo y consentidor de una mujer adorable y lujuriosa.

Vladimir Maiakovski
La controvertida vida de Maiakovski es impresionante en sí misma, comprometido con el espíritu bolchevique y aupado por Lenin y Trotski, el estalinismo acabó fagocitándolo. Y esto ocurrió porque el poeta rebelde no estaba lleno de ideología, sino, como afirma el autor jerezano: “Maiakovski estaba hecho de vísceras, su ideología es completamente visceral”. Y lo recuerda en el texto, para que el lector lo tenga presente, cuando el censor del régimen examina al poeta y éste le dice con agallas: “La poesía es un barril, un barril de dinamita, no es un cheque como usted quisiera, si me estalla un poema, estalla la ciudad entera...”.

Quizás Prohibido entrar sin pantalones adolece de cierta tensión narrativa y a veces la labor documental exhibida se resienta sobre la trama y el ritmo de la novela, pero el artefacto literario ideado por Bonilla es todo un reto considerable y digno de encomio que salva sus defectos, con un final dramático bien resuelto. Bonilla se deja seducir incondicionalmente por la fuerza literaria de Maiakovski y con esta recreación se hace testigo y notario de cómo el poder establecido devora al poeta del pueblo.





Prohibido entrar sin pantalones es una novela documental y deslumbrante, muy bien escrita, que recrea la figura literaria del poeta Maiakovski y su contexto vital. Juan Bonilla añade a su prosa un halo canalla con gotas de humor que intenta hacer cómplice al lector de la visión contestataria y rebelde de este carismático vanguardista de las letras.

jueves, 5 de septiembre de 2013

El latido de los cuerpos


El pasado 25 de Agosto, mi amigo Javier Munguía posteó en su muro de Facebook unos fragmentos de la entrevista de Samanta Schweblin a Ana María Shua (Buenos Aires, 1951), publicada al final del volumen Contra el tiempo, editado este año por Páginas de Espuma

Contra el tiempo es el volumen tercero de la colección Vivir del cuento, una apuesta del sello que dirige Juan Casamayor sobre autores actuales consagrados a este género. Esta edición está supervisada y prologada por la cuentista argentina Samanta Schweblin.

De Ana María Shua conocía su magisterio en el subgénero de los microrrelatos, gracias a un libro precioso e insólito que Ediciones Thule lanzó hace siete años bajo el título de Mil y un cuentos de una línea, antologado y con prólogo de Aloe Zi. En este texto, junto a decenas de grandes autores de l género, aparecen 51 minificciones de “la reina del microrrelato”, como se la conoce a esta escritora bonaerense.

En Contra el tiempo Samanta selecciona dieciséis cuentos donde la trama narrativa de Shua se mueve entre la realidad y el sueño o la pesadilla, entre lo fantástico y lo meramente cotidiano, por medio de situaciones extremas que traspasan lo absurdo y pueden llegar a precipicios no exentos de crueldad. En esta antología aparece toda la paleta de colores que Ana María Shua dispone para presentar a los personajes de sus cuentos. Además, bajo esta apariencia de cotidianidad sencilla ocurren cosas extrañas que dejan perplejo al lector, ya que la mayoría de los relatos concluyen en finales abiertos y sorpresivos que estimulan a que este siga ahondando en lo contado. 

Los cuentos reunidos conforman una selección sabia, bien ensamblada por Samanta Schweblin, poblada por monstruos familiares, a merced de secretos inconfesables, madres desbordadas, bebés de otras órbitas, zombis, hombres que se convierten en perros... La revancha y El viejo en el jardín son dos cuentos redondos y asombrosos. En el primero, sobre el mundo del boxeo, una historia de amor y odio contada con gracia y ritmo, en la que su protagonista  nos seduce por su autenticidad. En el otro cuento, la historia de un anciano rico nos acerca al repaso de la vida de un viejo desconfiado, rodeado de sus nietos, a los que transmite cariño y desesperanzas. Son dos cuentos perturbadores que invitan al lector a acercarse al miedo, a lo que asusta, a la misma muerte para regresar ileso, pero conmocionado. En este sentido Shua afirma: “Estoy convencida de que no se puede escribir desde la felicidad. No la encuentro narrativa... En un relato siempre ha de pasar algo malo. Si no es así nos quedamos sin cuento”.


Los relatos  de esta obra hablan por sí mismos de la especial mirada narrativa de su creadora, una mezcla de sarcasmo tenebroso e inocencia que logran desasosegar al lector. En general, los cuentos de Ana María Shua plantean situaciones corrientes que desembocan en lo ominoso o predicen una oscura amenaza. El título del volumen justifica sobradamente la selección, ya que en muchos relatos, el tiempo es materia psicológica e imprescindible para el desarrollo narrativo. Los días de pesca, (cuento que la autora dedicó a su padre), alude a la infancia y al contrapunto del padre pescado por la muerte, El viejo en el jardín, una retrospectiva del tiempo de juventud desde la vejez, La señora Luisa contra el tiempo, despliegue de pequeños detalles para incidir en el destino o La columna vertebral, los recuerdos y añoranzas de unos tiempos de juventud y revolución... Finalmente, el libro ofrece la entrevista aludida entre ambas escritoras que no tiene desperdicios, llena de franquezas y de guiños en la que Shua repasa su formación lectora y reflexiona sobre su mundo literario.

Contra el tiempo es un libro para lectores imaginativos e inconformistas que amen los finales abiertos, un libro que hechiza por su maestría, porque agarra desde las primeras palabras de cada historia y vaticina las desgracias y amenazas venideras, que va más allá de las voces de sus personajes y el latido de sus cuerpos.




martes, 3 de septiembre de 2013

De vuelta al universo aforístico


Ahora que empieza a languidecer el verano, resurge el tiempo de organizarse para prepararse porque el otoño asoma por el horizonte. Acudir al aforismo es un bálsamo por lo mucho que aporta al hastío y a los excesos propinados a nuestros cuerpos durante las vacaciones, ya que evocan sesiones de yoga como equilibrio necesario para nuestro cuerpo y mente.

El pensamiento fragmentario es una trinchera propicia para rearmarnos. Los aforismos, un género híbrido entre pensamiento, poesía y ciencia tienen un poder persuasivo y una brevedad adecuada al mundo de prisas en el que nos movemos. Erika Martínez (Jaén, 1979), una poeta que cultiva este género tan contagioso, publicó en Pre-Textos en 2011 un volumen de relámpagos aforísticos bajo el título de Lenguaraz. Este universo aforístico que nos muestra esta joven escritora nos invita a degustar una constelación de pensamientos fugaces cargados de metáforas y metafísica. Se percibe que Erika enfatiza la cadencia de la lectura como música latente. Hay momentos en que sus aforismos reflejan un contrapunto, en otros desarrollan conceptos construidos desde la síntesis poética:

Concisión, maldita abstinencia.

El libro concluye con una sección bajo el título de Hematomas que viene a ser como doce campanadas, a modo de epílogo, donde la andaluza exalta la ironía y el humor por medio de un sabotaje al propio medio aforístico: 

Detrás de cada conclusión hay algo roto.

Todo aforismo exige su refutación.



Lenguaraz, publicado en una edición cuidada y coqueta, está diseccionada en tres partes: La concentración, Las corredoras y Ráfagas; es un libro que invita a una lectura lenta, una prescripción muy recomendable contra las prisas de nuestra existencia. Un título travieso por su significado y contradictorio con la esencia del aforismo: concisión, reflexión y silencio. Dice la autora que “los aforismos son una ficción de no-ficción. Es una peculiaridad que comparte con la poesía”. En este sentido, aquí van algunas muestras significativas de su creación:

La razón es sólida, la reflexión dúctil, la meditación vaporosa.

Todo el mundo cae, sólo en algunos permanece la altura.

Sólo es alto quien ve lo más pequeño.

Alejarse es entender. Acercarse, comprender. Pasar adentro: asentir.

El amor es el lugar de losexcesos y de la justa medida.

Quien no habla termina en la boca del otro.

Todo narrador quecse precie antepone la curiosidad a sus principios.

Un precipicio es una cumbre interior.


Lenguaraz es un texto sabio, lleno de respiraciones vitales y palpitaciones poéticas, que anima al lector por su frescura y tino.